J. D. Perón en la histórica Visera, 1944. |
El peronismo, en tanto identidad política, se ha convertido a lo largo de la historia argentina en una metáfora de lo popular. Resulta ineludible entonces buscar las posibles intersecciones y puntos de conexión con el mundo del fútbol. Muchos estudios han abordado la política deportiva justicialista durante el periodo 1946-1955. Entre estas políticas se destacan tres. Por un lado, la promoción de deportistas de elite en competencias internacionales (los campeones mundiales de Básquet 1950, la tenista rosarina Mary Terán de Weiss, el atleta Walter Lemos o el pugilista José María “El Mono” Gatica, entre otros). En segundo término, la política de préstamos accesibles hacia los clubes para la compra de predios y para la construcción de grandes estadios (que a Newell’s le permitió adquirir el terreno donde actualmente se ubica el FONAVI de O. Lagos y Amenábar, luego vendido para saldar deudas). Por último, el desarrollo de competencias infanto-juveniles como los “Campeonatos Evita” (de los cuales surgieron figuras como Jorge Griffa, Federico Sacchi o José Yudica, entre otros).
Sin embargo, un aspecto
no tan estudiado resulta el impacto que
las políticas de ampliación del consumo generadas por el peronismo tuvieron en
la masa societaria de los clubes de fútbol. Este análisis es crucial,
habida cuenta de que la mayoría de las hinchadas organizadas reivindican una
pertenencia peronista, lo que en buena medida se exhibe como “medalla” que
certifica la “popularidad” del club.
Pero, ¿el crecimiento social de los clubes de fútbol fue un fenómeno homogéneo?
Este proceso de ampliación del consumo que en parte comienza con el yrigoyenismo y con el posterior modelo de sustitución de importaciones, se profundiza con el consiguiente desarrollo del mercado interno propiciado por el primer gobierno justicialista. Pero no en todas las instituciones se dio de la misma manera.
Acto inauguración Hospital Ferroviario,
en el estadio de Newell's con la presencia de Juan Peron. 1944.
|
En 1950 (pleno auge del “Plan Quinquenal”), los clubes con más asociados eran River (47.720) y Racing (40.907). Newell’s, por su parte, figuraba a la vanguardia de las instituciones deportivas del interior del país, con 13.394 socios. Bastante más abajo aparecían, por ejemplo, Chacarita (9.120), R. Central (7.908) o Atlanta (7.605). Llama la atención el nulo impacto que las políticas que beneficiaron a los sectores obreros tuvieron en la masa societaria centralista, que en 1945 tenía 7.470 socios. El aumento de apenas 438 asociados en 1950 puede considerarse como un virtual estancamiento. En el club de Arroyito el peronismo ingresará tardíamente, de la mano de Adolfo Boerio, recién en 1965. A pesar de esto, entre las corrientes internas de este club aún conservará mucho caudal político la encabezada por Agustín Rodríguez Araya[1], dirigente histórico de la Unión Cívica Radical.
Miguel Llauró. Presidente del CANOB,
de extracción peronista.
|
El optimismo generado por las políticas identificadas con el Estado de Bienestar durante los primeros gobiernos peronistas, llevó a Newell’s a proyectar en 1952 la construcción de un estadio para 100.000 espectadores. Pero eso es ya otra historia…
[1]
Recordado por la anécdota de 1942, cuando a través del Arzobispo Santiago
Copello intenta pedir ante el Presidente de la Nación la nulidad del descenso
de Rosario Central. Lo recibe el Ministro Miguel Culaciati, rosarino y leproso,
viendo frustrado el temerario pedido…