6.03.2020

Heleno de Freitas, “el Príncipe Maldito” sobrevuela el Parque. (Español / Português)


Heleno de Freitas.

            Corría febrero de 1945 cuando René Pontoni era transferido de Newell’s a San Lorenzo. Por primera vez en Argentina, la venta de un jugador llegaba a las 6 cifras… Cien mil pesos tuvo que desembolsar el club de Boedo para que el inolvidable René se despidiera de Newell’s. Atrás quedaban sus 79 goles y un recuerdo imborrable. Reemplazarlo no sería una tarea sencilla. Eso bien lo sabía el presidente leproso Vicente Pomponio, quien en una negociación secreta iría en busca del mejor futbolista brasileño de aquellos años: Heleno de Freitas.

Centrodelantero del Botafogo y de la selección verdeamarela, Heleno fue considerado por muchos como la máxima estrella brasileña hasta la llegada de Pelé. Alejado del estereotipo del futbolista popular, Heleno pertenecía a una familia pudiente. Era muy culto y cuidaba mucho su estética, lo que lo transformaba además en un hombre muy codiciado por el público femenino. Pero por cada página gloriosa que dibujaba en la cancha, escribía otra fuera de ella, llena de conflictos, escándalos y excesos. Mujeriego empedernido, Heleno vivió a un ritmo frenético. Muy pronto se transformó en ídolo incondicional del Botafogo, donde se cansó de hacer goles (209 en 235 partidos).


En 1945 se jugaba el Sudamericano en Chile, donde el Seleccionado Argentino alzaría el trofeo. El recordado Ángel Perucca, centrojás inamovible de Newell’s y de la albiceleste, le recomienda a Pomponio al exquisito delantero brasileño. Don Vicente, cautivado por ese informe, le traslada a Heleno (siempre a través de Perucca) una tentadora oferta: 80.000 cruzeiros por un año, lo cual entusiasma al carioca.
Heleno concluye esa Copa América como goleador del torneo, hecho que obsesionó aún más a Pomponio, quien en la más absoluta de las reservas continuó con su plan. Los contactos iban avanzando y se mencionaba que como parte de pago iría al Botafogo el eficaz defensor leproso Juan Carlos Sobrero (se especulaba que el monto total de la transferencia alcanzaba los 400.000 cruzeiros). Pero con el correr de los días, Heleno rechaza la oferta. En ningún lado se sentiría como en su Botafogo, donde todo le perdonaban. El mandamás leproso no se echa atrás y le suplica que lo espere en Río para poder charlar cara a cara.
Mayúsculo debe haber sido el asombro de Pomponio cuando al arribar a Río advierte que su nombre y el de Newell’s habían invadido las páginas de los principales diarios cariocas, donde la posible transferencia de “el príncipe maldito” tenía en vilo a los amantes del fútbol.
La cita con Heleno fue en el Hotel Paysandú, a metros de la playa de Copacabana. En la reunión se llegó a considerar la posibilidad de que Newell’s se hiciera cargo del traslado de toda la familia del futbolista hacia Rosario, mejorando los montos finales a percibir por el jugador. Pero aun cuando hubo diarios brasileños que dieron por hecho el viaje de Heleno a Rosario, el pase finalmente no se concretó. A Heleno le costaba alejarse de la bohemia de Río: “casi no pude resistir quedarme en Chile por dos meses, imagine ahora quedarme un año en Argentina”, llegó a sincerarse.
Un decepcionado Pomponio aprovecha su estadía para reunirse con el presidente de Botafogo, Adhemar Bebiano, plantando otra semilla: realizar una Olimpíada entre las dos instituciones. Sería cada dos años, alternando la sede, y abarcaría a todos los deportes practicados por ambas instituciones. Pero con el posterior alejamiento de Pomponio del club, el proyecto perdería fuerza hasta quedar en el olvido.
Heleno, por su parte, iría progresivamente apagando su magia como consecuencia de su indisciplina. Tres años después terminaría su romance con Botafogo, que lo transfirió a Boca, donde apenas tuvo una discreta actuación. Tras la huelga de futbolistas de 1948, volvería a Brasil para jugar en Vasco da Gama donde (a pesar de marcar varios goles y de salir campeón de Río) sus continuas peleas con compañeros, DT y dirigentes lo sacaron del equipo.
Su promiscuidad lo llevó a contraer una sífilis que nunca se ocupó de tratar y que comenzó a hacer mella en su organismo. Ya se había transformado además en jugador compulsivo y en adicto al lança perfume. Sus últimos destellos se vieron en Colombia cuando fue a jugar al Junior. Regresó a Brasil para fichar primero en el Santos y luego en el América. Entre los dos equipos jugaría sólo un partido. En 1953 la sífilis afectó su cerebro y tuvo que ser internado en un neuropsiquiátrico donde murió totalmente enajenado, el 8 de noviembre de 1959 a los jóvenes 38 años. Su singular vida llegó al cine. En 2011 se estrenó el film “Heleno, o príncipe maldito”. Su leyenda tampoco escapó de la pluma de numerosos escritores y poetas como Gabriel García Márquez y Eduardo Galeano. Hoy su mito vive en estatuas, murales y, sobre todo, en las banderas del Botafogo.
Si ben esta historia no tiene un final feliz, sirve como botón de muestra del audaz estilo de don Vicente Emilio Pomponio. Enemigo de la mediocridad, el presidente rojinegro siempre se esforzó por llevar al club a lo más alto. Como cuando duplicó el número de socios y las disciplinas deportivas. Como cuando comandó al club hacia la obtención de la Copa de Oro Rioplatense en 1943. Como cuando logró incorporar a la institución al “Bloque de Clubes Grandes”. O como, por qué no, cuando estuvo muy cerca de traer al mejor futbolista de Brasil, en el mejor momento de su intensa carrera…
Pomponio fallecería 10 años antes que Heleno, el 4 de mayo de 1949, a los 48 años. Aún hoy es recordado como uno de los mejores presidentes de la historia leprosa.





Heleno de Freitas, “o Príncipe Maldito” sobrevoa o Parque.

Era fevereiro de 1945, quando René Pontoni foi transferido da Newell's para San Lorenzo. Pela primeira vez na Argentina, a venda de um jogador chegou a 6 dígitos... Cem mil pesos tiveram que ser pagos pelo clube Boedo para que o inesquecível René se despedisse de Newell. Foram-se seus 79 objetivos e uma memória indelével. Substituí-lo não seria uma tarefa fácil. Isso era bem conhecido do presidente leproso Vicente Pomponio, que em uma negociação secreta procuraria o melhor jogador de futebol brasileiro daqueles anos: Heleno de Freitas.
Ele foi o atacante central de Botafogo e a seleção nacional, Heleno foi considerado por muitos como a principal estrela brasileira até a chegada de Pelé. Longe do estereótipo do futebolista popular, Heleno pertencia a uma família rica. Ele era altamente educado e cuidava muito de sua estética, o que também o transformou em um homem altamente cobiçado pelo público feminino. Mas, para cada página gloriosa que desenhava na quadra, escrevia outra fora, cheia de conflitos, escândalos e excessos. Mulherengo inveterado, Heleno viveu em um ritmo frenético. Logo ele se tornou um ídolo incondicional do Botafogo, onde se cansou de marcar gols (209 em 235 jogos).
Em 1945, a sul-americana foi disputada no Chile, onde a seleção argentina levantaria o troféu. O lembrado Ángel Perucca, cinco imóveis de Newell e albiceleste, recomenda Pomponio ao requintado atacante brasileiro. Dom Vicente, cativado por este relatório, oferece a Heleno (sempre por Perucca) uma oferta tentadora: 80.000 cruzeiros por um ano, o que excita o carioca.
Heleno conclui a Copa América como artilheiro do torneio, fato que mais obcecou Pomponio, que nas reservas mais absolutas continuou com seu plano. Os contatos estavam progredindo e foi mencionado que, como parte do pagamento, o efetivo zagueiro Juan Carlos Sobrero iria para o Botafogo (especulava-se que o valor total da transferência chegasse a 400.000 cruzeiros). Mas com o passar dos dias, Heleno rejeita a oferta. Em nenhum lugar ele se sentiria em seu Botafogo, onde tudo estava perdoado. O chefe do leproso não recua e implora para que ele espere no Rio para que ele possa conversar cara a cara.
Pomponio deve ter ficado surpreso quando chegou ao Rio e percebeu que seu nome e o de Newell haviam invadido as páginas dos principais jornais do Rio, onde a possível transferência do "príncipe amaldiçoado" deixou os fãs de futebol no limite.
O encontro com Heleno foi no Hotel Paysandú, a poucos metros da praia de Copacabana. Na reunião, considerou-se a possibilidade de a Newell assumir a transferência de toda a família do jogador de futebol para Rosário, melhorando os valores finais recebidos pelo jogador. Mas, embora houvesse jornais brasileiros que consideravam a viagem de Heleno a Rosário garantida, o passe finalmente não se concretizou. Heleno achou difícil se afastar da boemia carioca: "Mal pude resistir a ficar no Chile por dois meses, agora imagine ficar um ano na Argentina", ele foi sincero.
Um decepcionado Pomponio aproveita sua estadia para se encontrar com o presidente de Botafogo, Adhemar Bebiano, plantando outra semente: realizar uma olimpíada entre as duas instituições. Seria a cada dois anos, alternando a sede, e cobriria todos os esportes praticados pelas duas instituições. Mas com a subsequente retirada de Pomponio do clube, o projeto perderia força até ser esquecido.
Heleno, enquanto isso, gradualmente desligava sua magia como resultado de sua indisciplina. Três anos depois, seu romance com Botafogo terminaria, o que o transferiu para Boca, onde ele mal teve uma performance discreta. Após a greve dos futebolistas de 1948, ele volta ao Brasil para jogar no Vasco da Gama, onde (apesar de ter marcado vários gols e sendo o campeão do Rio), suas brigas contínuas com companheiros de equipe, DT e líderes o afastaram da equipe.
Sua promiscuidade o levou a contrair sífilis com a qual ele nunca lidou e que começou a afetar seu corpo. Ele já havia se tornado um jogador compulsivo e viciado em lança perfume. Seus últimos flashes foram vistos na Colômbia quando ele foi interpretar Junior. Ele voltou ao Brasil para assinar primeiro em Santos e depois na América. Entre as duas equipes, apenas um jogo jogaria. Em 1953, a sífilis afetou seu cérebro e ele teve que ser internado em um hospital neuropsiquiátrico, onde morreu totalmente alienado, em 8 de novembro de 1959, aos 38 anos. Sua vida única chegou ao cinema. Em 2011, foi lançado o filme "Heleno, o Príncipe Maldito". Sua lenda também não escapou à caneta de inúmeros escritores e poetas como Gabriel García Márquez e Eduardo Galeano. Hoje seu mito vive em estátuas, murais e, sobretudo, nas bandeiras do Botafogo.
Embora essa história não tenha um final feliz, ela serve como um botão de amostra para o estilo arrojado de Don Vicente Emilio Pomponio. Inimigo da mediocridade, o presidente vermelho-preto sempre se esforçou para levar o clube ao topo. Como quando o número de membros e disciplinas esportivas dobrou. Como quando ele comandou o clube para obter a Rioplatense Gold Cup em 1943. Como quando ele conseguiu incorporar a instituição no "Bloque de Clubes Grandes". Ou, por que não, quando ele estava muito perto de trazer o melhor jogador de futebol do Brasil, no melhor momento de sua intensa carreira...
Pomponio morreria 10 anos antes de Heleno, em 4 de maio de 1949, aos 48 anos. Ainda hoje ele é lembrado como um dos melhores presidentes da história do leproso.

(Tradução: Santiago Caviglia)